Paisaje viajado

Este es el estado de la pieza que se deriva del viaje a la exposición de Beulas en Utebo. Esta segunda capa desaparecerá, como la primera, en una nueva sesión. Está claro que necesita trabajo. Quizás también un momento de gracia, o de inspiración, la cosa de las musas, me refiero. Pero como me pille en el IEA, el despacho de la Facultad, o en la próxima rebotica de Magda, servirá de poco. Por si acaso a la rebotica pienso llevarme la cartera de las acuarelas.

Un paisaje clasico

Mentiría si no reconociera que me gustó, y mucho. Estuve en el taller de pintura de La Casa del Pintor "alparciando", y me encontré con este paisaje en uno de los caballetes. Para mayor abundancia era de mi amigo Ángel, quien entrado en la edad del júblo, como los toreros por la puerta grande, decidió hace unos meses tomar clases de pintura. En la exposición de final de curso ya presentaba un autorretrato que no estaba nada mal. Pero el paisaje, con un trazo bastante descarado y una libertad absoluta a la hora de la aplicación del color me dejó gratamente soprendido.
La foto, para variar, no es muy allá, pero el teléfono no da más de sí.

paisajes viajados

He comenzado un paisaje viajado con la idea del atardecer en la autovía, de vuelta a Huesca tras la inauguración de la exposición de José Beulas en el Museo Orús de Utebo. Dos metros por cincuenta de una tela que me ha preparado La Casa del Pintor sobre un bastidor solemne. Esta es la primera mancha ( como he pintado esta tarde al cuadro no lo conoce ya ni la madre que lo parió.) Ayer tenía este aspecto





Los formatos pequeños, sobre papel o cartón, como el que sigue, son a veces los que me proporcionan mejores resultados. Van dando vueltas por el estudio hasta que un día considero que ya está. Hoy le ha pasado a este. Suelen medir 50 x 9 cm




Pero cualquier superficie puede servir como soporte. Una tapa de caja de turrón de Prada, el de Cacabelos, o de Tolosana, el de Almudévar, por ejemplo. No sé de cual de los dos es este soporte pero es de uno de ellos. El resultado, junto con otras dos, de igual formato compondrán un regalo para Beatriz, aunque ella no lo sabe.

Paisajes viajados




Aunque esté tomada con el teléfono, la imagen explica por sí sola el concepto en el que se fundamenta la pintura que estoy trabajando desde hace algunos años. Naturalmente, en esta ocasión me llevaban, lo que me permitió algo de precisión a la hora de decidir la foto que quería. Tampoco demasiado por otra parte. Cuando conduces tú, la percepción es mucho más horizontal y mucho más fugaz. Pero queda algo. La excusa suficiente para prescindir de los detalles del paisaje y centrarme en las posibilidades materiales del lenguaje con el que pretendo expresarme.
Viajaba con José Beulas a la inauguración de una exposición de sus paisajes en Utebo y a la vuelta nos pilló un magniíico atardecer entre las retamas de la mediana de la autopista. Ya tengo en el caballete una tela de dos metros por cincuenta centímetros que tiene algo que ver con la foto inferior. Veremos en qué queda la cosa.



Acuarelistas

Nunca me ha parecido demasiado bien la organización de los artistas de acuerdo con el procedimiento utilizado para expresar sus conocimientos o sus sentimientos. Lo de las agrupaciones de acuarelistas debería de estar compensado por agrupaciones de oleistas, de acrilistas, de templistas, carboneros...
Creo que cualquiera que se dedica al arte debe expresarse con la mayor cantidad de posibilidades que le brindan los materiales (y no limitarse, por ejemplo, a los soportes electrónicos...) La verdad es que, sin pretender que se me considere acuarelista, he dedicado tiempo a ese material que, si no recuerdo mal, se fabrica mezclando los pigmentos con goma arábiga. Siguen algunas muestras de diferentes momentos.

Esta, un rincón del río Bellós, tiene ya algunos años y está realizada entre las clases que preparé hace tiempo para los maestros de la redolada de Ainsa. Corrían los primeros noventa.

Esta segunda es anterior. La influencia de Beulas está, creo, bastante clara. La distancia de los resultados creo que tampoco precisa de grandes explicaciones.

La tercera pertenece a la serie de realidades y de posibilidades que incluía el trabajo sobre San Pedro el Viejo realizado para el Ayuntamiento de Huesca con la doctora Celia Fontana. Es una vista del claustro desde una posición de privilegio: la ventana de casa de Marieta. (Aunque la casa ya no tiene ninguna de sus habitaciones dentro del claustro, como ocurría antes de la reconstrucción llevada a cabo por Ricardo Magdalena a finales del XIX, sigue gozando de ciertas ventajas visuales...)


Con frecuencia se usa la acuarela como boceto de otra clase de obras. O como modo rápido para la toma de apuntes que luego se utiliazarán para otros trabajos del tipo que sean. Esta, por ejemplo, la tomé en el Museo de cerámica de la Alhambra, cuando hacía los cursos de doctorado. Los conserjes no me dejaron hacer fotos y tuve que ir a buscar la caja de acuarelas. Aún recuerdo la cara que me puso el prohibidor...