Paisajesviajados

A veces conviene recordar el nombre del blog y por qué se le puso este nombre.




Alberto Carrera





He vuelto a visitar la exposición de Alberto Carrera, esta vez la parte que alberga el Museo, lo que me ha permitido un paseo por el casco viejo que he encontrado escasamente iluminado y decididamente viejo. Tengo la suerte de no poder perder la memoria con la llegada de los años: nunca he tenido memoria. Por ello he aparecido justo en el límite horario, lo que ha hecho que haya podido hacer la visita absolutamente solo, y absolutamente en silencio, para poder percibir la obra sin prisas por la amabilidad de los conserjes, y envuelto en el sosiego arquitectónico del salón del antiguo palacio real. Un lujo para cualquier muestra de arte de cualquier época, y un lujo para albergar las piezas del pintor oscense.
Hay en esta parte de la exposición de Alberto, la del Museo, una vista de conjunto, -aunque permita ver solo la mitad de la sala-, que termina en las escaleras que dan acceso a esa cámara de horrores reflejada en el cuadro de Casado, que me ha parecido ofrecía la dimensión exacta del montaje expositivo. El de los dos espacios, Museo y salas de la Diputación. Un montaje cuidado y poderoso como es el total de la obra del pintor oscense expuesta en este regreso a su ciudad tras veinte años de ausencias. La pintura de Carrera es cuidada de descuidos y es, sobre todo, poderosa.
Carrera es un pintor que consigue belleza incluso cuando busca con ahínco los aspectos menos hermosos de la realidad, esos que ocupan los espacios más recónditos del interior de cada cual. Los que se reconocen por la textura que cubre las intenciones menos confesables. Seguramente lo que ocurre es que Alberto Carrera no busca la belleza, se limita a encontrarla.

Orquídeas

No creo que hagan falta las palabras. Esta sigue su marcha, hermosa marcha.




Autorretratos

Han pasado ya algunos años desde que manché estas dos hojas de papel Canson con sendas aguadas de tinta china. La que aparece en primer lugar, tuvo una segunda sesión, hace ya bastantes meses. Trabajé entonces con un lápiz.
El segundo ha encontrado su momento hoy, que ando hecho unos zorros griposos, y he preferido seguir con el photosoph.
Pero, lo dicho, ya ha pasado un tiempo...


Por el fondo del ordenador

Esta serie de aguadas con tema del Balneario de Panticosa, se trazó en los primeros ochenta y ha estado por el ordenador, como tantos otros dibujos, reposando hasta ser redescubierta hace unos días. La verdad es que no siempre te quedas muy conforme con el trabajo que haces, especialmente cuando está recién acabado. 
Luego el paso del tiempo se encarga de mantener esa sensación o de redimir alguno de los trabajos. La verdad es que, en este caso y pese a que las reproducciones se hicieron en un momento en que no tenía demasiadas posibilidades informáticas, el resultado de alguno de los dibujos a plumilla, completados con aguada de tinta china, no me parece ahora tan perverso como a principios de los ochenta.
El encargo me lo debió de hacer mi buen amigo Luis, cuando andaba empeñado en poner en valor (como dirían algunos arquitectos cursis) el Balneario que finalmente parece va a encontrar un nuevo momento de uso, no demasiado entendido por algunos de mis amigos, de la mano, casualmente de otro Luis.






















Más sobre la orquídea

Un primer plano de la primera en abrirse


Esto de la red, sumado a las posibilidades del photosoph, puede convertir en verdad cualquier mentira. Por eso he tomado estas fotos de la orquídea poniendo en una de ellas como fondo el Diario del Alto Aragón de ayer, que traía en primera la foto de un Pepín Bello de 102 años (la foto estaba tomada hace algunos meses) de los que -me he enterado estos días- consiguió pasar la totalidad sin pegar un palo al agua.
Como soy de los que disfrutan con el trabajo (seguramente porque he tenido al suerte de trabajar sistemáticamente en lo que me gusta) no acabo de entender muy bien cómo se puede pasar una vida entera y larga sin tener en ningún momento de la misma un trabajo. 
Claro que igual es eso precisamente lo que ha conseguido prolongarla lo suyo. Solterías aparte, por descontado. Parece ser que la función del longevo oscense fue la de catalizador, lo que probablemente gasta poco. 
Me asombra el hecho de no trabajar y, pese a ello, tener la evidente influencia social que ha conseguido Bello. Como me asombra también la loca de la vida esta que tengo en el comedor, y que se pone a florecer en pleno invierno. Entre las muchas cosas que me quedan por aprender, lo de la botánica ocupa, al parecer, un lugar preferente. De ahí, seguramente, mi asombro ante la floración que sigo día a día. 









La prueba del algodón

Otros tamaños


No todo han sido pequeños bocetos en plan reciclaje de invitaciones fallidas en la imprenta. También ha habido tiempo para atacar formatos mayores, de esos que andan por el estudio a medio componer y a los que de vez en cuando les llega su momento. 
He trabajado en un Castelldefels de casi dos metros por uno y pico, y en dos paisajes viajados de dos metros por cincuenta centímetros.
Me lo he debido pasar bastante bien porque estoy bastante cansado. Otro asunto son los resultados. 










El estudio ha vuelto a parecer estos días un estudio de pintor...

Las otras cinco

Las otras cinco del día uno de enero, durante el concierto.











Orquídeas



He de reconocer que lo de las orquídeas ha resultado un descubrimiento para mí. Estuve la primavera y una buena parte del verano disfrutando de la floración y la permanencia de esa especie de mariposas blancas en la carmen de metacrilato del comedor, (una de esas que suelen llegar con una colección de libros o similar) tras un invierno de aparente muerte natural.
Pero lo que no me esperaba de ninguna manera era que la muy muy, se pusiera de nuevo a florecer antes de darme tiempo a retirar los adornos navideños. Me dice la florista de abajo de casa que se encontrará bien... pues será eso. Dentro de unos días, espero, podré traer el esplendor de esta planta que encima solo quiere, al parecer, que la dejen en paz y un poco de agua solo de vez en cuando. Eso es más o menos lo que tiene, aparte el sitio.
Y no digo nada de la de tonos violetas de la farmacia de mi pueblo de adopción, de la que traje una acuarela al blog durante el verano, que sigue con su más de media docena de flores tan campante desde finales de julio...


Las primeras de 2008

Aunque hoy ha salido una mañana bastante luminosa, tenía ganas de pintar la niebla que parece haberse convertido en nuestro estado natural desde los últimos días del pasado año. Al compás del concierto de año nuevo, magnífico para variar, he sacado la caja de acuarelas y esto es lo que he sabido hacer.
Queda claro que las cosas hay que aprenderlas. Las pintura por descontado. Y queda claro que una cosa es querer y otra saber. Pero me quedan tarjetones suficientes para reciclar... y de paso aprender.