Pepe Escriche

Las imágenes, a veces, son mejor que las palabras. Para definir a Pepe Escriche, creo que valdría con esta primera que he sacado de uno de los grupos a los que fotografié en la inauguración del CDAN. Era un hombre amable y bueno. Amigo de otro hombre amable y bueno que fue mi padre, Augusto. Al que Pepe, dado a rebautizar al personal, llamaba Adusto.

Es el tercero que se va de un grupo abundante, variopinto y vermutero , con el que comencé a comprender en qué consiste ser una persona normal e intentarlo. Le precedieron Paco García de Paso y José Manuel Porquet y a los tres, como al resto de los que lo componían de manera más o menos permanente, les debo mucha parte de la normalidad que he pretendido vivir desde que regresé a Huesca, allá por los setenta.

Con Pepe he sufrido, desde hace años, el tortuoso proceso de la creación de un museo de arte contemporáneo para Huesca, partiendo del legado José Beulas y María Sarrate. En una de las últimas reuniones del patronato, hace algo más de un año, le retraté para la serie de los dibujos en reunión

Pepe con Rafael Moneo, ese mismo día