Pintura joven

Despertar y encontrarte con este panorama ayuda lo suyo. Desayunar con Antonio López y Juan Genovés, buenos compañeros de mesa, ambos, y mejores compañeros de jurado, también. El trabajo se hace llevadero a la hora de decidir sobre pintura, joven o de la edad que sea, y en cualquier lugar, por ejemplo, Torrevieja.









El día da para situaciones curiosas. Como la de la imagen que bien podría titularse un Antonio López. ya que en la imagen en la que el pintor aparece con su mujer, María, parece que, al fondo, haya otro Antonio López apoyado en la pared. No sé si es bueno que se conozca la composición del jurado antes de que los artistas hayan entregado sus piezas a concurso. Puede ser que haya quien se decida en función de esa composición...




Incluso sin la cuidada selección de arroces, el espacio elegido hubiera resultado suficiente para pasar el rato dedicado a la comida.


Juana María Balsalobre, vicepresidenta de la Asociación Valenciana de Críticos de Arte, conversa animadamente con Antonio López. 

Rincones del Alto Aragón

La publicación de los dibujos en el Heraldo de Aragón, a finales de los setenta, ya me parecía suficiente. No creía que mereciera la pena guardar los originales, que se fueron dispersando en su mayoría. Algunos no volvían de la redacción de Zaragoza y otros tomaron diferentes caminos. Incluso se vendieron algunos a la Caja Rural.
Hubo un momento en que quise tener, al menos, una buena copia de cada uno de ellos metida en el ordenador (bueno, primero en cedés). Lo que me llevó, en una primera fase, a arrepentirme de haberlos dejado ir. No es lo mismo sacar la copia de la reproducción en prensa. Y en un seguno momento a iniciar un trabajo de copia de mis propios dibujos, desde las reproducciones del periódico (que esas sí las tengo todas, o eso creo). La primera tanda, por ejemplo, en 1991.
En el año 2004 volví a dibujar a pluma bastantes, unos cincuenta, tomando como referencia el dibujo primero aparecido en prensa, de los que me quedé bastante conforme. Y estos son algunos de ellos:


Benasque


Las Herrerías de Calvera


San Bartolomé de Gavín


Sorripas


Yesero

Dibujos antiguos

En el año 1981, cuando andaba en plena fabricación de la serie de dibujos que apareció en el Heraldo (más de 400) como Rincones del Alto Aragón , estuvimos de vacaciones en el valle de Roncal. Tomé estos apuntes de dos pueblos de la Canal de Berdún y de Burgui.








Este otro de La Torre de Ésera es posiblemente anterior, de la primera vez que expuse en Graus, que creo que fue en el año 1989 en un momento en que lo hacía habitualmente con el que había sido mi maestro a la hora de preparar el ingreso en Bellas Artes, Pablo Subías. Expusimos juntos en Huesca, Graus, Lérida y Zaragoza.

Los asuntos, ahora, como hace 15 años, o 40

La portada del primer catálogo?, en la DPH, hace algunos años


Tal vez la selección de los asuntos (que pienso tienen una importancia menor en cualquier obra que quiera aproximarse al arte) no me ha ayudado demasiado, si hay que considerar como ayuda el hecho de que te conozcan muchos o mucho. Sigo empeñado en la representación más o menos sugerida de la redolada. No creo que se trate de un desmedido afán campanilista, como llaman los italianos a lo que los franceses denomina chauvinismo... ( ¿y por qué nosotros no lo llamamos, por ejemplo redoladismo?). El hecho es que representar, como excusa para el ejercicio del dibujo y de la pintura lo más próximo, y empeñarse en exponer, sobre todo, en las cercanías del estudio no favorece demasiado el conocimiento del trabajo de un pintor fuera de su círculo de amigos.
Ando estos días trasteando con el programa de mano -entonces no se usaba lo de catálogo- que tanta gracia le hace a la diseñadora de la DPH. La firma Nando, que era como me llamaba y me llamó todo el mundo hasta que comencé a dar clases (momento en que pasé a ser mayormente el Alvira con adornos más o menos intensos...), o el hecho de que fuera el Instituto de Estudios Oscenses (actual IEA) quien patrocinara la muestra, hace cuarenta años, le provocan una cierta hilaridad que no pretende en ningún caso disimular.
La primera exposición estuvo compuesta por una serie de paisajes urbanos al óleo (naturalmente del casco urbano de Huesca) y otra serie de dibujos a lápiz (naturalmente de mis hermanos o mis vecinas). 
Hace quince años trazaba la plumilla de la Fuente del Ibón, encargo para una felicitación de navidad, o algo así, del Banco de España en Huesca. Supongo que influyó en el encargo el hecho de haberse alzado en el solar de dicha fuente el edificio piramidal que estas semanas atrás ha sido semidemolido. 
Ahora mismo tengo en el caballete el último paisaje viajado de cincuenta centímetros por dos metros que dibuja en el horizonte los picos de Gratal y Guara entre los que se dibuja nítido, pese a la velocidad, el Salto de Roldán
Sigo queriendo que los asuntos que determinan mi trabajo pertenezcan a lo más próximo. Al parecer, no lo puedo remediar.


La última tela, en la que aparece la sierra como motivo



El dibujo de la fuente del Ibón fue un encargo del Banco de España, hace 15 años

Asomarse al interior 06

El Viceconsejero de Cultura del Gobierno de Aragón, con la directora del CDAN, Vicente Villarrocha y José Beulas


Aunque la hojeta que se nos entregó en la inauguración rezaba Asomarse al interior 01, pienso que la exposición que ha preparado Vicente Villarrocha para la sala 2 del CDAN es, al menos la sexta de ese proyecto que dirige Chus Tudelilla en el museo de arte contemporáneo dispuesto en la ciudad de Huesca desde la Fundación Beulas. Con abundantes puertas de acceso.
He preparado para el Heraldo de mañana (edición de Huesca) una breve columna que reproduzco:

MIRADAS
Fernando Alvira
Proyecto semejante a algunos presentes en los mejores museos del mundo para manifestar sus colecciones en su propio espacio, Asomarse al interior, esa serie de las miradas a la colección Beulas Sarrate propuestas por el CDAN, son una manera segura de conseguir que el legado del pintor y de María, su mujer, no se quede muerto en las paredes de un hermoso contenedor, diseñado por arquitecto prestigioso y controvertido (requisito imprescindible de lo bueno).
La exposición inaugurada en la sala pequeña del nuevo museo, que pretende ser mucho más allá que un mero guarda cuadros al estilo de los que poblaron las capitales de provincia en el XIX, es buena muestra del correcto funcionamiento del proyecto. Lo ha hecho desde diversas perspectivas con anterioridad. Y lo hace, en esta ocasión, de la mano de un pintor, Vicente Villarrocha, cuya trayectoria en la plástica aragonesa de este periodo entre los siglos XX y XXI, pese a su timidez personal, podría ser definida, sin duda, como una de las más descaradamente contemporáneas. Tanto su camino como creador de arte, cuanto el no menos importante y complicado de andar, como teórico de las manifestaciones artísticas y de la crítica.
Su mirada al conjunto del legado se ha detenido en una serie de piezas reunidas en torno a las puertas que es preciso franquear si se quiere llegar al interior de esta o de cualquier colección. Para las miradas, como el propio autor comentó en la inauguración de la muestra, bastan las ventanas. Bastaría incluso una rendija. El por qué de esta selección queda perfectamente explicado en la hoja que se edita, de imprescindible lectura, incluso para los que no vayan a ver la exposición.

Como el blog me permite extenderme más que el periódico regional, transcribo el texto de Vicente al que me refiero en el artículo como de imprescindible lectura incluso para los que no van a ir a ver la exposición (ni esta ni ninguna):


"En la fábrica donde trabajó mi padre casi toda su vida, a la que me llevaba, de niño, el día de Reyes para recoger un juguete de colores del siglo pasado y una caja de pinturas de palo, había en todas las puertas un cartel que decía, más o menos: “Las puertas se han hecho para permanecer cerradas, si se quedan abiertas no hacen falta”. Ese recuerdo de infancia me generó el convencimiento de que dejar una puerta abierta era como mentir un poco, como provocar un sinsentido. Mi padre, ya enfermo, recordaba muchas veces aquel cartel de las puertas de la fábrica, bien para cerrar interminables debates, bien para concluir opiniones.
 
En un libro ilustrado que me regalé (infantilmente) en mi primer veinte cumpleaños, una edición barata que aún conserva el precio en pesetas, escrito a lápiz (“200”), una suerte de “manual de instrucciones” para entender (más o menos) las cosas de los estilos artísticos, aparece en la primera página un dibujo a tinta de Roy Lichtenstein que representa, con esas líneas características del comic, una puerta cerrada sobre la que se lee un onomatopéyico “KNOCK, KNOCK” entre trazos expresivamente sonoros, como si alguien golpease detrás. Siempre he pensado que quien llamaba tras la puerta era la pintura. Y no me refiero exclusivamente al expresionismo abstracto o “action painting” (que tanto quiero), sino a la pintura pintada, valga la redundancia, que está detrás de las puertas que los “tempos” de interpretación de lo mismo va concluyendo.
 
En Madrid, cerca de mi casa, hay una especie de espacio urbano, remedo de retranqueos constructivos con ínfulas de plaza, que se nombra como “Puerta Cerrada”. Responde la denominación a un tiempo antiguo y a una situación (las ciudades encerradas tenían, naturalmente, puertas). En los primeros años ochenta las medianerías ciegas de los edificios que dan espaldas a la plaza se llenaron de pinturas que abrían un tierno horizonte creativo y cerraban, al tiempo, la posibilidad de ver aquello sin la imperativa presencia de lo pintado. 
 
En la propuesta para asomarme al interior de la colección Beulas-Sarrate se deslizó coloquialmente la noción de “autorretrato” a la hora de mirar tras la puerta que la guarda. El pretexto, pues, esta servido. Porque para asomarse a un interior bastaría una ventana (una rendija ya sería suficiente), pero para acceder es imprescindible traspasar una puerta. Y en un enfoque hermenéutico, la selección de obras solo se comprenderá desde el intento del que se “retrata” aquí, de ofrecer una visión existencialista y fenomenológica (al menos en sus valores contextuales o de argumento). Se trata de arañar un campo visual potencialmente poético, por ejemplo partir especularmente de estos versos (que tomo prestados de Ángel Guinda): “Todo interior es claro cuando tiene / clara noción del exterior oscuro / y reclama la luz que le conviene”.
En la argumentación “el modelo explicativo llamado estructural no agota el campo de las actitudes posibles que podemos adoptar ante un texto” (anota Paul Ricoeur). La metáfora, que genera un incremento icónico, según tengo aprendido, al figurar el sentido de lo mostrado, va a ser compañera de las pinturas elegidas, precisamente por haber sido “pintadas” a puerta cerrada. Tras las puertas que las vanguardias históricas (y la práctica del arte, en general) han venido abriendo y cerrando. 
 
Entre las dos posibilidades barajadas a la hora de mostrar esta selección de obras, por un lado el intentar definir los “momentos de intensidad” de la colección y por otro, el atreverse a algo más prospectivo (más en la línea visual de la metáfora) he elegido, ya lo habrán notado, la puerta.
Y entre el símbolo, principio de teoremas variados y la metáfora, enigma de definición, se extiende un amplio mapa orográfico de la cultura pintada en el que habitan esas “figuras del espíritu” de las que hablaba Hegel. 
Vicente Villarrocha"

Debo de pedir una vez más disculpas por las fotos. Son del móvil y, además, yo no soy Fernando Alvira Lizano.




La salida del espacio "moneístico", cayendo la noche, presentaba un exterior hermoso



Atardecer que oculta una redolada necesitada (con luz) de algunos cuidados en su ajardinamiento.

políptico de tarjetones reciclados

De tarjetones y de otros restos. Vuelvo con los paisajes viajados basados en los planos y mapas de una antigua guía. Cuya gama de colores me parece del todo adecuada.


sigo

Nuevo estado de los últimos trípticos, tras esta semana algo alborotada de cosas.


Puertas abiertas para Lastanosa

Esta es una entrada especialmente dirigida a los alumnos de segundo de infantil y primaria de los estudios de Maestro. Que andan (deberían andar, al menos) en el diseño de su guía didáctica para la visita a uno de los espacios en los que existe obra del pintor jesuita oscense Martín Coronas Pueyo. Pero también sirve para cualquiera que quiera tener entretenidos a sus niños los próximos sábados por la mañana.
Lo que ha preparado Cielo Entrena, que ahora trabaja en el Museo Diocesano, muy bien preparado por cierto, parte de una especie de cuento que les explica a los niños el propio autor al que deben estudiar y conocer. Que no es un pintor sino el mecenas y coleccionista oscense Vincencio Juan de Lastanosa. Esta sería una forma diferente de explicar la biografía del protagonista, lejos de redacciones de difícil lectura.
A partir de aquí su propuesta didáctica hace que los niños compartan protagonismo con el personaje, ya que son una de las marionetas de un pequeño teatrillo en el que el estudiado sigue siendo Lastanosa. De muy fácil ejecución para los niños, el proyecto se va a poner en marcha mañana sábado con los que acudan a la catedral. Seguirá los sábados de este mes.
Pueden verse aparte, en un formato algo mayor, clicando (vaya palabro) sobre el dibujo. Debo agradecer a Cielo que me haya permitido reproducir su trabajo.